Para que me sienta físicamente atraído por alguien, también debo sentirme mentalmente atraído por él. La atracción física sin la atracción mental es como comer una cucharada de azúcar granulada por sí sola, sin duda dulce, pero aburrida e insatisfactoria.
Sin embargo, cuando me siento atraído mental y físicamente por alguien, ¡oh niño! Mi piel se siente espinosa y cálida, casi como si hubiera una corriente de energía que me conecte con la otra persona. Me vuelvo extremadamente consciente de mi respiración, la forma en que llena y sale de mis pulmones. Me doy cuenta de las sensaciones más pequeñas e intrascendentes en mi cuerpo: una arteria que hace tictac en la garganta, mi cara se enrojece de sangre, la piel de gallina se contrae en mi brazo. Estoy completamente en el momento y es increíble.