¿Deberían los jefes despedir a los empleados cuando sienten una atracción irresistible hacia ellos?

No; sin embargo, deberían poder hacer algo para remediar la situación. Las personas no pueden controlar a quiénes les atraen; todo lo que pueden controlar es el comportamiento, e incluso eso puede ser difícil.

Idealmente, una conversación confidencial garantizada debería ocurrir entre el jefe y alguien en Recursos Humanos. En esa reunión, los dos deben hacer una lluvia de ideas sobre posibles soluciones para separar a los dos, suponiendo que la atracción no sea mutua. En una gran empresa, la transferencia lateral es una posibilidad definitiva.

Me pregunto qué opinan los profesionales de recursos humanos sobre esta situación.

Es como un ladrón que culpa al sujeto por su robo porque el sujeto tiene un estilo de vida lujoso. No deberían ser capaces de despedir a nadie por ser irresistible. El escenario cambia cuando el empleado intenta intencionalmente provocar esos pensamientos (flirteo, vestidos y gestos seductores, etc.)