Ámate incondicionalmente, todos los días. Entra en la interacción recordándote a ti mismo que eres una buena persona, haces una diferencia en las vidas de los demás, este dolor no te define y puedes superarlo.
Una vez que esos mensajes se hayan convertido en parte de ti, comienza a perdonar a la otra persona. Repite el perdón todos los días hasta que se convierta en un hábito.