Cuando era niño, solo recibía una paliza (por mi maestra de quinto grado) porque mis padres decidieron hablar sobre cualquier transgresión que había cometido en lugar de usar el castigo corporal.
Me llevaron al guardarropa justo al salir del salón de clases con un par de otros chicos. Sabía que mis amigos fueron azotados, pero este era un nuevo territorio para mí. No pude apartar la vista del primer niño cuando el maestro lo cruzó por la rodilla y le dio las nalgadas, sabiendo que ese iba a ser mi destino.
¿Cómo me sentí viendo a los otros chicos ser azotados? Bueno, estos niños eran niños groseros, desagradables, beligerantes (que frecuentemente me acosaban) y el profesor había decidido que ya había tenido suficiente de su comportamiento. Casi sentí que estos chicos estaban recibiendo lo que tenían.
Me azotaron por no respetar una regla del aula: caminé detrás del escritorio del profesor. Razón bastante estúpida para ser abofeteado, pero ahí estás.