¿Alguna vez has conocido a alguien cuya presencia fuera perturbadora, aunque nada les parecía mal?

Sí, y es entonces cuando mi instinto entra en juego. Siempre lo sigo. La última vez que sentí que la presencia de alguien era perturbadora en persona, los busqué en línea. Eran delincuentes y delincuentes condenados.