Gracias a Dios, no pertenezco a una sociedad del sistema de castas, sino a una sociedad donde el individuo tiende a ser tratado de acuerdo con sus habilidades personales.
Las personas que odian la religión y raza de tu casta definitivamente no son amigos, son el enemigo. Es posible que te estén utilizando para recopilar información para poder destruirte, pero no son tus amigos. Ningún amigo odia todo lo que representas.