Cuando comencé a actuar por primera vez, me metía en el infierno emocional hasta llegar al punto en que estaba listo para llorar. E incluso entonces a menudo no funcionaba. Desde que me sentí más cómodo conmigo mismo (creo que hay un componente emocional enorme en cuanto a permitirte ser tan vulnerable en condiciones muy surrealistas), ha sido más fácil. Me comprometo con los antecedentes y las circunstancias de mi personaje, luego permito que suceda lo que sucede. Ha habido ocasiones en las que me han pedido que llore en una línea específica de diálogo y, para mí, es ese compromiso emocional lo que me lleva a eso. Me preparo llegando al precipicio. Luego, cuando estoy en el momento, pongo el 100% de atención en mi compañero de escena, contesto lo que está sucediendo y permito que mi reacción interior me lleve al límite.
Dicho esto, tengo una amiga que se condicionó a llorar cada vez que arrugaba la nariz de cierta manera. Después de hacerlo suficientes veces, había entrenado su cuerpo. Truco muy bueno.