La creencia es el comienzo de lo que debería ser un proceso continuo relacionado con la comprensión de cómo funciona el mundo. Como lo señala el filósofo Ludwig Wittgenstein en Sobre la certeza “El niño aprende creyendo en el adulto”. Pero, pronto, el niño necesita aprender que las creencias pueden diferir, estar equivocadas y deben validarse por la razón y la evidencia.
En The Pleasantries of the Incredible Mulla Nasrudin , Idries Shah relata esta parábola acerca de Mulla:
“¿Cuántos años tienes Mulla?”
“40”
“¡Pero lo dijiste la última vez que pregunté hace 3 años!”
“Sí, siempre defiendo lo que digo”.
Las personas a menudo parecen tener esta actitud con respecto a sus creencias: siempre se mantienen al margen, independientemente de las nuevas pruebas o razones que puedan sugerir que se necesita un cambio.
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A menudo escucho a mis alumnos decir algo similar: “Tengo mis creencias”. A veces respondo diciendo que no hay nada particularmente especial en esto: todos tienen creencias.
Lo que es especial es la determinación de evaluar las creencias de uno utilizando la razón y la mejor evidencia disponible que tenemos. Como Bertrand Russell señaló: “Lo que necesitamos no es la voluntad de creer, sino la voluntad de descubrir”. Curiosamente, hay algo acerca de tener creencias que parecen detener este proceso antes de que comience. La voluntad de creer parece vencer la voluntad de descubrir.
Una razón para esto es probablemente el reconocimiento de que, como todas las teorías de la ciencia, las creencias deben considerarse provisionales; una hipótesis de trabajo sobre cómo funcionan las cosas que serán validadas o refutadas por la evidencia. Como Robert Frost dijo una vez: “Cualquier persona con una mente activa vive de manera tentativa en lugar de principios”.
Otro factor importante es la psicología involucrada en cómo el cerebro forma las creencias. Como señala Michael Shermer en su libro The Believing Brain, estamos conectados para ver patrones en todas partes. Este es un buen rasgo, pero a veces conduce a errores cuando vemos patrones donde no hay ninguno.
Esta propensión a ver patrones se complica aún más por el sesgo de confirmación, que es la propensión que todos tenemos de ver solo las pruebas que favorecen nuestras creencias e ignoran cualquier otra evidencia. Este sesgo hace que sea muy difícil seguir el proceso de evaluar las creencias de uno a través de la razón y la evidencia.
Aquí hay algunos buenos libros sobre creencias, la importancia de las creencias y cómo se forman las creencias:
Seis cosas imposibles antes del desayuno: los orígenes evolutivos de la creencia por Lewis Wolpert
No creas todo lo que piensas: los 6 errores básicos que cometemos al pensar por Thomas Kida
50 creencias populares que la gente cree que son ciertas por Guy Harrison
¿Por qué la gente cree cosas raras por Michael Shermer?
El cerebro creyente de Michael Shermer