Las emociones tienen mucho poder y significado en nuestro mundo. Muchas personas creen que sus emociones tienen sabiduría y guía, pero en realidad, son solo reacciones a estímulos ambientales filtrados a través de nuestras creencias. Las emociones no son ni buenas ni malas sino en realidad neutrales.
Déjame demostrar de manera simplista cómo funciona esto.
Modelo de percepción subjetiva (Copyright © 2016 [Carole Herbster]. Todos los derechos reservados.
Evento—> Creencia—> Pensamientos → Emociones → Acciones
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Evento = cerrar compañero de trabajo pasa escritorio pero no dice hola
Creencia = no lo suficientemente bueno
Pensamientos = ¿Qué hice mal? ¿Está ella enojada conmigo?
Emociones = vergüenza, culpa, tristeza.
Acción = retirada
Esta secuencia perceptiva en realidad me sucedió cuando era joven. Tenía un amigo cercano que siempre me reconocería cuando me viera. Este día ella no lo hizo. En aquel entonces, funcionaba bajo la creencia de que no era lo suficientemente bueno. Así que cuando ella pasó, interpreté su acción a través de la lente de mi creencia y asumí que era mi culpa que ella no dijera hola. Tiene sentido que una vez que me di cuenta de que era culpa mía, la vergüenza y la culpa acompañaran este pensamiento. La vergüenza, la culpa y la tristeza fueron los catalizadores de mi principal mecanismo de afrontamiento: el retiro.
¿Adivina qué? Esto no es una secuencia sino un ciclo. Así que imagínate cuando mi amigo me ve más tarde y me retiro. ¿Cómo podría ella responder? Ella puede retirarse en respuesta. El ciclo comienza de nuevo. Cuando ella se retira de mí, eso se ha convertido en el próximo evento. Imagina que el ciclo continúa y mi apuesta es que esto va a reforzar mi creencia una vez más.
La veo retirarse y la lente de mi creencia dice: “No soy lo suficientemente buena”. Mi pensamiento, como antes, es: “Debo haberlo hecho un lío”. Emociones como la vergüenza, la culpa y la tristeza emergen de nuevo. Me retiro aún más y elijo no almorzar con ella.
Vueltas y vueltas a medida que tu creencia sobre ti mismo se refuerza una y otra vez. Tu creencia de que no eres lo suficientemente bueno evoluciona más y más fuerte.
Tus emociones fueron producto natural de este proceso. No son ni buenos ni malos. También tienen poco valor real. Probemos el mismo ejemplo pero cambiemos la lente utilizada para interpretar la realidad.
En lugar de que la creencia no sea “lo suficientemente buena”, cambiémosla por “lo suficientemente buena”. Ahora observa lo que sucede.
Evento—> Creencia—> Pensamientos → Emociones → Acciones
Evento = cerrar compañero de trabajo pasa escritorio pero no dice hola
Creencia = suficientemente buena
Pensamientos = Espero que ella esté bien?
Emociones = preocupación, compasión.
Acción = Encuéntrala y pregúntale si está bien.
¿Qué pasa si seguimos esto a través. La encuentro y le pregunto si está bien. Ella comparte que su jefe le dio una tarea urgente y se sintió abrumada. Descubriste que su falta de respuesta no tenía nada que ver contigo. Era sobre su carga de trabajo.
Si observas ambos escenarios, cambiando solo la creencia, el resultado es muy diferente. Lo que demuestra es que los pensamientos y las emociones no reflejan la realidad, sino que es la creencia la que impulsa nuestra percepción. Los pensamientos y las emociones son subproductos de nuestras creencias y no tienen nada que ver con la realidad.
Lo que demuestra este ejercicio es que los pensamientos y las emociones son fugaces y no pueden usarse como retroalimentación objetiva. Las emociones significan que somos humanos y al dejarlas pasar, nunca seremos traicionados o mal guiados por ellos.
Si te obsesionas o te concentras demasiado en una emoción, entonces le estás otorgando un poder que no merece. No controlamos nuestros pensamientos y sentimientos. Solo controlamos nuestras acciones. Por eso somos lo que hacemos, no lo que pensamos o sentimos.