Una hipótesis de por qué se producen estos efectos es que la presencia de otros (para los que los ojos son una señal) es una distracción: ser observado puede desviar la atención de la tarea en cuestión. Es casi imposible detener las reflexiones, como “¿Me pregunto qué piensan de mis opiniones?” O “¿Creen que estoy siendo grosero?” O “Me pregunto cómo reaccionarán si digo lo que digo a punto de decir? “etc.
Otra hipótesis de trabajo es que la presencia de otros nos alienta a hacer lo “bueno” para obtener la aprobación social. Estamos obsesionados con la reputación porque tenemos que estar en el nombre del éxito reproductivo. Sin siquiera ser conscientes de ello, los participantes podrían centrarse más en lo que deberían decir, en lugar de informar lo que realmente piensan.