La intimidad no es solo un ejercicio mental, es una necesidad instintiva e innata. No es necesario convencer a nadie para que se despierte, se interese o desee tener CUALQUIER etapa de intimidad, desde besarse hasta tener sexo completo. Esto es especialmente cierto en el caso de los jóvenes que están comenzando a tomar conciencia de su sexualidad y que están constantemente enviando mensajes conflictivos sobre su empleo.
Es nuestra educación y entrenamiento a lo largo de toda nuestra vida lo que nos permite tomar la decisión acertada en cada etapa y detener a los caballos salvajes del deseo. Como dijo David Hackworth, “Apréndelo bien y lo harás bien por el resto de tu vida. Apréndelo mal y pasarás el resto de tu vida tratando de hacerlo bien”. El objetivo no debe ser despertar el cuerpo de una mujer joven para que traicione su alma; debe ser para ayudarla a darse cuenta de su fuerza y valor innatos para que pueda determinar el momento y la circunstancia adecuados para aplicar ese poder y alegría con éxito y con felicidad, sin arrepentirse.