Nosotros, los humanos, todos ponemos nuestra esperanza (razón de vivir, razón de vivir) en algo o en alguien o incluso en nosotros mismos. Es decir, ya sea que estemos conscientes de ello o no, la mayoría de nosotros estamos en un lugar donde nuestra fuente de felicidad y nuestra fuente de autoestima dependen en diferentes grados de alguna circunstancia o de alguna persona. Una buena prueba para ver dónde está su esperanza y propósito es preguntarse: “Si (esta circunstancia) fuera a cambiar, ¿me caería emocionalmente?” O “Si esta persona falleciera repentinamente (o se mudara de mi vida), ¿me caería emocionalmente?”
Tal vez esta persona, aunque los conoció por un tiempo relativamente corto, tuvo un impacto significativo y significativo en usted, y todavía está sufriendo o aprendiendo cómo pasar por el proceso de duelo.
O, tal vez en algún lugar del camino al interactuar con esta persona, ¿se convirtieron en su “fuente” de algo y por lo tanto, se “desmoronan emocionalmente” debido a esa pérdida?
Dado que las circunstancias y las personas nunca son 100% inmutables, inquebrantables ni confiables, puede ser bueno pensar y descubrir por qué o a quién quieres poner tu esperanza, si esto se aplica a tu situación.
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¡Buena suerte!