El amor es, sobre todo, un misterio. Los poetas lo han explicado con sugerentes metáforas y palabras. En el lenguaje cotidiano, hablamos de la química del amor para expresar su intensidad emocional y los químicos intentan comprender cómo la oxitocina y la serotonina en el cerebro humano desencadenan la sensación de amor.
Filósofos y teólogos han tratado de revelar su verdadera esencia (el amor platónico y el sacrificio de Jesucristo en la cruz son ejemplos de amor puro). La conexión entre una madre y un niño es sin duda una de sus versiones más intensas. El mito de Cupido expresa con éxito su dimensión contradictoria y misteriosa: la flecha que llega a tu corazón te hace sentir intensamente vivo y de alguna manera te mata.
El lenguaje nos permite expresar todo tipo de ideas y sentimientos. Sin embargo, cuando se trata de describir las palabras de amor no son suficientes. En su versión real o ficticia, cada historia de amor tiene una etiqueta única. Así, hay amores prohibidos, puros, desenfrenados, veraniegos, llenos de generosidad o algún veneno destructivo. En cualquiera de sus modalidades, no deja indiferente a quienes se sienten atrapados por ella.
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El lado puro y romántico.
Los personajes de Romeo y Julieta, el mito de Pigmalión o la historia de la película Mujer bonita tienen algo en común: el amor que sienten los protagonistas es noble. Todos ellos están dominados por una fuerza interior que no pueden controlar y su pasión es dulce y amarga al mismo tiempo.
El lado oscuro
El amor no siempre está vinculado a la nobleza o la pureza de los sentimientos. De hecho, puede ser poco saludable, como lo demuestran los crímenes de la pasión, las historias de celos, algunas actitudes vengativas causadas por una decepción sentimental y, en resumen, las múltiples caras del amor dañino.
Los dos lados de la moneda: amor posesivo y desinteresado.
El primer problema que surge cuando se trata de dar cuenta de los alcances del término es que se usa para diferentes realidades; por lo tanto, es posible hablar de amor de pareja, de amor de familia, de amor erótico, etc. A pesar de esta pluralidad de significados, varios autores tienden a identificar dos tipos de amor con sus propias características: amor posesivo y amor desinteresado.
El amor posesivo también se suele llamar amor de interés; Un ejemplo claro de este tipo de emoción puede ser el amor erótico. En este caso, la persona se siente atraída por lo que le falta, por lo que experimenta como carencia. Cabe señalar que este tipo de amor puede ser ético o no dependiendo de las circunstancias.
El amor abnegado es aquel en el que la persona entrega algo de sí mismo a otros por el bien de ellos. Por lo tanto, estas obras de altruismo desinteresado, que podemos observar en aquellos personajes de la historia que han hecho del servicio a nuestro prójimo un modo de vida, encajan en este tipo de afecto.
Es invisible pero está en todas partes.
Respiramos y no somos conscientes de ello. Algo similar ocurre con el amor, porque su presencia está en todas partes: en los sueños, en una mirada, en palabras o en silencio. Su misteriosa invisibilidad lo convierte en una especie de brújula del alma humana. Si la fuerza magnética de la brújula nos guía, todo adquiere un nuevo significado y el alma está completamente viva y si la brújula deja de funcionar, nos encontramos perdidos, vacíos y sin rumbo.
La fuerza gravitacional del amor.
Newton descubrió la fuerza de la gravedad y gracias a ella es posible explicar todos los fenómenos de la naturaleza. La ley de la gravitación universal está presente en los movimientos planetarios y en la simple caída de un objeto. De manera análoga, el amor es igualmente una fuerza. Su formulación exacta aún no se ha encontrado, y es muy probable que nunca se encuentre.
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