¡Deje que la tormenta se marchite!
Lo que ayuda es esto:
- No grites de nuevo en la ira. Si lo haces has perdido la batalla.
- Trate de sugerirle en tono suave que entienda lo que dice y si le está gritando cuando hay muchos alrededor, intente llevarlo a la privacidad de alguna habitación.
- Dejalo desahogar su ira. Mantenga una mirada estoica y calmada y sugiérale como si esperara a que termine.
- Cuando termine, pregúntale con cuidado si tiene algo más que decir.
- Ahora, en un tono muy decente, comience la conversación con una oración empática como: “Me entristece que se haya sentido así. Déjeme explicarle las cosas como las veo y estoy seguro de que las cosas pueden mejorarse”.
- No lo culpes por lo que te está culpando a ti y tampoco seas demasiado defensivo
- Hable más sobre solución que problema
El quid de la cuestión es que la ira es como la tormenta. No puedes oponerte a la tormenta luchando contra ella. Deja que la tormenta se marchite con calma, sentido común, empatía y visión de futuro.
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