Gustar a otra persona parece depender de cómo puedes relacionarte con ella.
La capacidad de relacionarse es muy importante: puede ser desde ser un padre, gustar de los deportes o incluso ser el tipo de persona que odia cuando otros estornudan en sus manos y no se llevan la axila.
Creo que los intereses comunes son importantes, pero también hay una cierta perspectiva de la vida o el enfoque de ciertas situaciones que hacen que las personas se entiendan y se sientan lo suficientemente seguras como para decir “Hm. Me gustas. Seamos amigos”.
(Aunque hoy en día, no lo decimos así. Simplemente intercambiamos números, nos enviamos un mensaje de texto o nos hacemos amigos en Facebook o LinkedIn).
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Tengo amigos que se ven, actúan, y en general no se parecen en nada a mí. Sin embargo, compartimos algún vínculo que proviene de nuestra capacidad de relacionarnos, y creo que esto importa. Con el tiempo, he descubierto que lo que los demás valoran también se relaciona con nuestra capacidad para relacionarnos y ver a los ojos.
Cuando puedes relacionarte con otra persona, sientes que te entienden mejor y que es menos probable que te juzguen. También obtienes un sentido de respeto que hace que sea más fácil valorar más su amistad.