Fue cuando nuestra relación tuvo mucha miseria. Debido a algunos malentendidos y disputas profesionales entre nuestras familias, nos separamos, puede llamarlo una ruptura enérgica. Durante algunos meses, dejamos de hablarnos, pero al final comenzamos a hablar y a reunirnos en secreto, asegurándonos de que nuestras familias no se enteren. Fueron más de dos meses de conversaciones tan secretas, que un día me dijo: “Quiero huir a algún lugar lejano”. Primero, me sorprendió un poco al sentir que hablaba de huir. Pero él continuó: “Quiero irme y establecer un pequeño lugar. Entonces te llamaré, ¿vendrás? Viviremos felices para siempre”.
Solo miré directamente a sus ojos y pude ver gotas de lágrimas brillando en los rayos del sol. Sabía que solo venía de su corazón.