Las personas juzgan porque es una forma de menospreciar a los demás para que podamos sentirnos mejor con nosotros mismos. Es una comparación que hacemos a través de nuestros egos.
Las personas verdaderamente honestas también juzgan a sí mismas por sus propias debilidades y fallas. Nos castigamos por no ser todo lo que pensamos que deberíamos ser.
Tener un fuerte sentido del juicio generalmente viene de haber sido criticado y culpado mucho, ya sea correctamente o no.
Las personas que son aceptadas y amadas por quienes son incondicionalmente tienen muchas menos probabilidades de juzgar. El problema es que esas personas afortunadas representan un pequeño porcentaje de la población mundial.
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