Lo más triste de la muerte es que nadie muere solo.
Dejan atrás personas que mueren de diferentes muertes cada día.
Los niños que se quedan se mueren sintiéndose solos, indefensos. De repente, el suelo bajo sus pies se desplaza, no hay roca en la que apoyarse, esa sensación de seguridad, la seguridad, la manta simplemente desaparece.
Los esposos mueren viendo diariamente el lado vacío de la cama. De repente, solo hay una taza en la mesa, nadie con quien compartir el día, no hay nadie con quien soñar. Mueren de nuevo cuando tienen que poner cara de valiente por los niños, por la familia. Se mueren cuando intentan buscar a su ser querido en una habitación llena de extraños, solo para darse cuenta de que nunca lo encontrarán.
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Los padres mueren diariamente porque una parte de ellos ha desaparecido y en su lugar hay una herida que sangra y duele hasta el último día de sus vidas. Anhelan tocar, sentir a su hijo solo para que ese hueco vacío en su estómago le recuerde que nunca volverá a suceder.
La muerte chupa la vida de los que quedan atrás.
NADIE MUERE SOLO….