La crítica y los insultos son dos cosas muy diferentes, y cruzar la línea entre ellos es donde el “demasiado” se hace evidente.
Además, la crítica que apunta a cambiar un comportamiento o hábito es una cosa. Las críticas que se mueven para cambiar todo lo relacionado con la persona, o quiénes son fundamentalmente (tímido, callado, franco, etc.) se mueven más allá de la atención y se convierten en una conducta controladora y poco saludable.