¿Sientes que las amistades valen la pena por los esfuerzos emocionales realizados?

Buenas amistades? Oh sí. No hay duda. De hecho, si alguna vez has experimentado una buena amistad, esta es una pregunta cuya respuesta es tan cegadora que no podría ser más directa si estuviera escrita en letras de fuego de mil millas de altura en la superficie de la luna.

Sí, la amistad vale absolutamente la pena. Los amigos hacen tu vida mejor. Los amigos te inspiran a ser la mejor versión de ti mismo. Te apoyan a través de los tiempos bajos y celebran los tiempos altos contigo. Extienden su alcance, permitiéndole lograr mucho más de lo que nunca podría.

Rocas de la amistad Las malas amistades apestan, claro, pero las buenas amistades hacen que la vida sea increíble.

Las buenas amistades valen el esfuerzo emocional. Son las expectativas, que involuntariamente adjuntamos a esa amistad, lo que puede ser una molestia. Las amistades siempre hacen que nuestra vida valga la pena. No todos los que conocemos se convierten en nuestros amigos. No todos los amigos se quedan durante nuestros tiempos difíciles. Solo los verdaderos amigos y los que se fueron son meros conocidos que pensamos como nuestros amigos. Y aquellos que nos abandonan durante nuestros tiempos difíciles, ni siquiera son amigos, para empezar. Las buenas amistades nos elevan y nos apoyan emocionalmente en la vida. La mala compañía hace lo contrario. Así que sí, ¿vale la pena el esfuerzo emocional? Sí. ¿Vale la pena el drama y la expectativa? Un gran NO.

De una manera, la amistad es la relación más pura, más desinteresada.

A diferencia de cualquier otro tipo de relación, no existe un vínculo vinculante que nos obligue (es decir, vínculos de sangre y familia, las cargas sociales y emocionales inherentes a una relación romántica, etc.) a mantener una amistad, excepto por el hecho de que nos gusta unos y otros.

No hay leyes para defender los límites de una amistad, no hay costumbres sociales para monitorear, o incluso tomar nota, de su principio o fin. Desde su inicio, no conlleva promesas de continuidad o crecimiento, y podría terminar en cualquier punto sin repercusiones.

Es por eso que una buena amistad no tiene precio y vale todo lo que podemos dar.