La brecha salarial entre mujeres y hombres que realizan el mismo trabajo no es un problema o problema importante para la mayoría de los trabajadores estadounidenses. Básicamente es solo el forraje para la retórica de campaña.
Aquellas mujeres que afirman ganar menos que sus homólogos masculinos suelen ser empleadas en algún tipo de cargo ejecutivo de alto nivel y ganan considerablemente más que el salario mínimo legal o el salario promedio de la clase trabajadora. La controversia se presenta como una forma de discriminación que afecta a las “mujeres” en general, por conveniencia política. Es una buena manera de hacer que las mujeres se alineen detrás de un candidato en particular. Pero en la aplicación práctica, se trata de un número muy pequeño de nuestros ciudadanos.