En primer lugar, se libra de la suposición subyacente de que hay un conjunto de pensamientos y sentimientos “verdadero” en particular.
Mis pensamientos y sentimientos pasan por muchas variaciones, dependiendo de numerosos factores. He estado profundamente descontento con un amigo o ser querido y estoy completamente satisfecho con ellos, a veces en cuestión de minutos. Además, mis pensamientos están evolucionando y sujetos a muchos cambios.
Así que una vez que te deshaces del requisito de la “verdad”, que de todas formas no es particularmente medible, la pregunta es: ¿cómo lograr que alguien comparta contigo?
Y sugiero que no hay mejor herramienta para eso que la escucha activa. Escuchar sin juzgar. Escuchar sin tratar de solucionar el problema. Escuchar sin ser desencadenado. Escuchando para obtener más, y para reflejar que has escuchado lo que se dijo. Escucha que construye seguridad y espacio. La escucha que construye la curación. Escucha que puede convertirse en momentos de experiencia compartida donde las palabras no son particularmente necesarias.
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Ese tipo de escucha no se enfoca en probar la “verdad” de cada sentimiento o pensamiento compartido. Está abierto a todo lo que se expresa, incluso si no es particularmente cierto, incluso si se evapora al hablar.
Ese tipo de escucha es una herramienta para construir una relación madura y sana.