Si vas buscando el amor, es brutalmente duro. Como un pájaro escurridizo con bonitas plumas, lo ves pero sigue volando. Si logras agarrarlo, la tentación de exprimirlo hasta la muerte puede ser abrumadora.
Esto continúa sin cesar hasta el día en que puedes reconocerte a ti mismo como algo inexplicable: una fuente de amor que no tiene un botón de “apagado”.