No se trata de fingir un grito. Siempre tiene que ser real.
Piensas en la situación en la que se encuentra el personaje e imaginas la misma situación en tu vida real, ¿cómo reaccionarías, qué harías? etc …
Las personas menos emocionales pueden analizar qué intensidad de emociones se requiere y relacionarlas con algo que sucedió en su vida en el que se comportaron con la misma intensidad de emociones.
Y si alguien realmente puede meterse en el personaje, entonces no tiene que relacionarlo con su vida real. Las lágrimas simplemente ruedan por sí mismas.