Fue contratado para tocar violín solo en un elegante bistró para la cena del día de San Valentín.
Tal vez fue el caballero el que solicitó The Titanic Song (nadie lo había pedido nunca por su nombre real) para su esposa, y luego procedió a rodearla en sus brazos mientras ambos miraban mis dedos soñadores acariciando las notas.
Pero realmente, creo que fue esa señora mayor en la atestada mesa de hijas y yernos y sobrinas y novios, distantes y solos en su rincón, que cortaron el inútil balbuceo de su mesa con una solemne solicitud de una pieza. por Charles Aznavour. Le siguieron La Bohème y La vie en rose, mientras ella revivía el amor de su vida que había sido interrumpido por su muerte, compartiendo un momento de Magia creado por mi música y sus recuerdos. Apenas pude evitar llorar.
Cuando terminé mi concierto, dejé el bistró y pasé la mitad de mis propinas en tomas de tequila solo frente a un bar en la bahía bellamente iluminada, mientras limpiaba mi alma con el recuerdo de los dulces ojos azules que me agradecían con lágrimas no derramadas.
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El momento más romántico que he tenido con un extraño.