Me gustaría contarte una historia. Hay un famoso consejero en mi ciudad que se ha especializado en el asesoramiento de adolescentes. Ella una vez tuvo un cliente que tenía catorce años. Su madre había fallecido repentinamente. Tras su muerte, nunca lloró. Su familia lo acosaba continuamente para llorar y dejar salir su tristeza. Literalmente había dejado de hablar con todo el mundo.
Cuando lo trajeron para consejería, este consejero no habló de la muerte en absoluto. Ella seguía diciendo en cada sesión, “No importa qué, estoy contigo”. El chico dejó de visitarla después de unas cuantas sesiones. Seis meses después, recibió un ramo de flores con una tarjeta que decía “Gracias”.
Cuando alguien está molesto, no hable demasiado ni lo moleste con consejos. Sólo diles algunas palabras tranquilizadoras. Puede que a algunos no les guste hablar en absoluto. Otros pueden querer hablar sobre su problema, solo darles espacio para abrirse. Estar con la persona en el momento adecuado hace una diferencia más grande que hablar.
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