Las emociones son una forma de entrada sensorial: una respuesta a los estímulos en su entorno. Se diferencian de persona a persona porque todos tenemos diferentes factores desencadenantes basados en nuestra historia, nuestra educación, nuestra perspectiva del mundo. Como tal, no se esperará que dos personas reaccionen exactamente de la misma manera a exactamente los mismos estímulos.
Como regla general, argumentaría que todas las situaciones requieren cierto nivel de pensamiento: en ese sentido, las emociones deben reconocerse como información que le ayuda a descubrir cómo responder a los estímulos. Si te sientes bien y feliz, quizás la situación justifique una sonrisa. Si te sientes asustado o nervioso, tal vez deberías retroceder. Pero eso no significa que seguir tu instinto sea siempre el movimiento correcto: las emociones te informan cómo te sientes en ese momento. Sin embargo, muchas personas actúan de manera contraria a sus sentimientos: puede que te asusten las montañas rusas, ¡pero aún así puedes ir en una!
El punto clave es tomarse un momento para averiguar qué le dicen sus emociones y por qué se siente así. Haga esto y entonces estará en una mejor posición para decidir si confiar en sus emociones o ignorarlas y actuar de una manera diferente. Esto es lo que es ser una persona racional: utilizar sus sentimientos como fuente de información y no actuar de acuerdo con ellos.
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