No podemos confiar en todos los que conocemos. Nuestro cerebro internamente tiene detectores BS fuertes que se activan en el más mínimo caso cuando escuchamos cosas increíbles de personas que no conocemos muy bien. Hay buenas razones para tener cuidado al confiar en extraños.
Entonces, ¿cómo empezamos a confiar en las personas?
Piénselo de esta manera, tenemos una “batería” de confianza asociada con todos los que conocemos en nuestras vidas. Cuanto más conocemos a alguien y entendemos de dónde vienen, la batería de confianza se carga lentamente. Si las personas que conocemos siguen las acciones que prometen emprender, esas baterías se cargarán aún más. Con el tiempo, nos damos cuenta de que algunas personas tienen opiniones genuinas y auténticas y que nuestras baterías de confianza están casi completamente cargadas con estas personas, en comparación con ese extraño en el camino.
Somos criaturas del prejuicio y, por mucho que nos guste pensarnos a nosotros mismos como seres racionales, nuestros filtros para evaluar la confiabilidad de las opiniones no son realmente racionales. Pero con el tiempo, somos capaces de confiar en las personas, ya que estamos poco a poco expuestos a las diferencias en las opiniones de las personas que han ganado nuestra confianza al cargar esas baterías.
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Es por esta razón que ser un comunicador eficaz y empático es de suma importancia en este mundo diverso donde todos tienen diferentes puntos de partida para abordar cualquier problema.