Seguramente debe comenzar por construir confianza entre los dos lados. El intercambio cultural y de arte son herramientas útiles para esto, pero principalmente hay que hablar. Esto ayudará a cada lado a empatizar con el otro.
Desde allí, las dos partes pueden negociar lo que debe cambiar para mantener la confianza y desalentar nuevos conflictos. Esto podría significar el establecimiento de nuevas instituciones o la reforma de las disfuncionales. Podría involucrar diferentes historias que serán honradas en la cultura y constitución. Incluso podría significar reparaciones o una nueva legislación que corrige las faltas cometidas en el pasado, aunque se debe tener cuidado de que esto no genere su propio tipo de resentimiento.
Tales proyectos toman, literalmente, generaciones. Son difíciles de llevar a cabo y es poco probable que tengan éxito durante el mandato de cualquier político. Por lo tanto, requieren una sinceridad genuina en el deseo de resolver el conflicto, el liderazgo inspirador y la paciencia.
Si no existe la confianza mutua, o si una o ambas partes no reconocen la legitimidad de la otra, entonces el conflicto puede posponerse mediante concesiones de mala gana o acuerdos políticos falsificados. Pero esto no “resolverá” el problema, simplemente lo aplazará.
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Si hay un desequilibrio de poder entre los dos lados, entonces, por supuesto, el desacuerdo puede resolverse mediante el uso de la fuerza. Pero, de nuevo, eso solo pospone el conflicto: el resentimiento de las personas subyugadas se mantendrá y nunca habrá verdadera paz.