Muy a menudo, cometemos el error de compararnos a nosotros mismos, nuestros logros con los de alguien más, y pensamos que de alguna manera somos menos. Si comienzas a mirarte objetivamente, como si fueras otra persona, te sorprenderás de lo verdaderamente inteligente que eres. Echa un vistazo a las personas con las que sales. Si los considera inteligentes, entonces entiende esto: las personas cuya compañía disfruta y que disfrutan de la suya son sus iguales. Eso no quiere decir que no disfrutará de la compañía de aquellos que no son “inteligentes”. La inteligencia viene en todas las formas. El truco es reconocerlo en ti mismo y en los demás, independientemente de la forma que adopte, ya sea de arte, prosa, artesanía o actividades intelectuales.
Una última cosa: la vida es demasiado corta para pensar que alguien es mejor que tú o que tú eres mejor que los demás. Cuando haces cualquiera de los dos, te ganas menos y te engañas de algunas oportunidades bastante sorprendentes.