Te vuelves más masculino cuando dejas de tratar de ser más masculino.
No te conviertes mágicamente en un hombre con brazos más grandes, un camión más grande, un salario más alto, una casa más grande o un pene más grande.
Estos son los frentes.
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Cuando atas tu masculinidad a cosas externas, estás viviendo y respirando desde una posición de necesidad.
Estás diciendo: “Mira, mira qué tan grandes son mis cosas. ¿Me apruebas ya? ¿Te gusto? ¿Soy lo suficientemente hombre?”
En su lugar, dejar ir.
Deja de preocuparte por la aprobación de tus temas de conversación, de tu apartamento, del tamaño de tu cuenta bancaria. Deja de preocuparte por la aprobación de tu título de trabajo, tu currículum vitae o tu auto.
Cuando dejas ir, te vuelves vulnerable. Y cuando te haces vulnerable, muestras confianza, confianza verdadera.
Estás diciendo: “No necesito tu aprobación, porque me amo tal como soy”.
Cuando vivas así, te volverás más masculino.
Y también serás mucho más atractivo para las mujeres.