Pasé casi diez años trabajando casi exclusivamente con europeos. Me he hecho amigo de muchos británicos, así como de Irlanda, Alemania, Polonia y Noruega.
Cuando estuve en Londres, me llevé fabulosamente con los británicos. No creo que hubiera una sola persona que conociera que no fuera educada, amable y servicial.
Mi primer día en la ciudad, desfasado y desorientado, decidí tomar un largo viaje en tren solo desde mi apartamento en Stratford a nuestra oficina de Londres en Watford. No tenía idea de cómo funcionaba una tarjeta Oyster, cómo leer un mapa de Tube o realmente dónde estaba cualquier cosa. Debo haber recibido ayuda de media docena de extraños al azar para comprar los boletos adecuados, encontrar el tren correcto y bajar en el lugar correcto.
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