Varía de humano a humano. Los ricos tienen más agencia en el mundo que los pobres. Alguien en la cárcel tiene menos opciones de las que tendrían si fueran libres. Un adulto que vive en su propia casa tiene más libre albedrío que un niño que aún vive con sus padres. Alguien que vive en la ciudad de Nueva York tiene más libertad que alguien que vive en los barrios pobres de la India.
Cuando nacemos, no podemos elegir nuestro género, nuestro color de piel, nuestros padres o nuestra ubicación. Estas cosas ya están predeterminadas para nosotros. ¿Es justo? No, claro que no lo es. Es la condición humana. ¿Es el libre albedrío una ilusión? Tal vez.
La naturaleza y la crianza se combinan para quitarnos muchas opciones. Nos guste o no, somos todos los productos de nuestros entornos. Somos el producto de nuestros padres y abuelos, y todos nuestros otros antepasados se remontan al principio.
Hasta cierto punto, PODEMOS hacer elecciones para moldear nuestras propias vidas, pero incluso entonces nuestras decisiones están fuertemente influenciadas por factores externos. La evolución, la sociedad y la cultura se han combinado para meternos en pequeñas cajas y evitar que tengamos agencia. La desigualdad en nuestro mundo también ha impactado severamente nuestro libre albedrío. Es difícil superar las limitaciones como estas. Pero una vez que finalmente ves cuáles son tus limitaciones, es posible conquistarlas y tomar tu vida en tus propias manos.
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Es triste, ¿verdad? La mayoría de las veces, la calidad de nuestras vidas se reduce a la mala suerte, solo a la probabilidad básica. Solo nuestro nacimiento determina hasta dónde podemos llegar en la vida.