Todo el mundo hace ™.
No es un sentimiento extraño, poco ortodoxo, aislado, que pocas minorías tienen. Todos quieren que la compañía, la camaradería, la conexión que dos o más personas obtienen no se puedan describir con palabras. No es específicamente romántico, puede ser una conexión platónica. Un sentimiento compartido, un momento compartido con un ser querido: un familiar cercano, amigo, mascota, mentor. Todos lo anhelamos en algún momento de nuestra vida, algunos más que otros.
Examine la imagen de clickbait que publiqué para ver más vistas arriba. La persona que está allí, la silueta (la silueta porque la hace más espiritual y por lo tanto más como si estuviera compartiendo una mierda genuina) está hipnotizada por un paisaje de belleza etérea. Las mareas tranquilas y tiernas que tiraban, brillando con un brillo angelical, reflejadas por el calor agonizante de una puesta de sol. La cubierta de arriba, presente pero no dominante, sólo contribuye a la belleza del paisaje, no quita. La inmensidad de un mundo que se extiende para siempre y más allá de donde los ojos pueden ver, aludiendo a un futuro tanto desconocido como a la vez atractivo, invitando a uno a viajar y explorar.
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¿No es este un momento de belleza inconmensurable e iluminación espiritual? ¿Tu alma no tiembla y clama para enmarcar un momento así para siempre? ¿Mantenerlo querido, no contaminado e imperdonable para siempre y más allá? El momento es tan inspirador, tan hermoso, tan perfecto que no puedes dejar de desear tener otro a tu lado para compartir ese momento.
Es por eso que a veces nos sentimos solos y anhelamos hablar con otra persona que entiende. Porque a veces, nuestra alma es aquello que grita, nuestra mente es aquello que está cansado. Anhelamos ese momento de felicidad, una eterna vivificación de serenidad para nuestras mentes y cuerpos cansados. Un refugio seguro, un refugio al que podemos retirarnos cuando estamos en nuestro punto más débil. Al abrirse y hablar con otro individuo, en esencia, estamos abriendo una ventana a ese paisaje de un océano infinito, una playa relajante y un sol reconfortante. Para ese momento enternal, estamos seguros, cálidos, contentos, puros, serenos. Todo a causa de una sola persona, un solo compañero, sentado a nuestro lado, riendo, bromeando, sonriendo con una taza de té, una taza de café, mientras recordamos tiempos olvidados, experimentamos alegría en el momento del presente y especulamos. e imagina para los tiempos por venir. Es por eso que.